A continuación un columna, que nos hace pensar sobre la mala estrategia de el que dirige al PAN, por Ricardo Aleman.
Ricardo Alemán
Los hechos están demostrando que “el PAN por su boca muere”. Es decir, que los estrategas azules parecen dispuestos a sepultar al PAN en julio de 2011, en una suerte de ensayo suicida de lo que podría ser la gran derrota azul en 2012. ¿Por qué planteamos esa hipótesis?
Porque los indicios de que fue un error convertir a Bravo Mena en candidato al gobierno mexiquense aparecen por todas partes, sobre todo ante las señales claras de que tanto amarillos como tricolores buscarían mandar al tercer lugar al PAN, desde la misma contienda mexiquense. Con ello, el PRI y el PRD se desprenderían del partido azul —a fin de dejarlo rezagado—, para polarizar la contienda entre el PRI y la izquierda, en el imaginario de los electores que votarán en julio de 2011, pero también en julio de 2012.
La estratagema es parte del diseño elaborado por el PRI de Peña Nieto y la izquierda de Andrés Manuel López Obrador, cuyo primer paso fue romper las alianzas PAN-PRD, luego impedir esa alianza en el Estado de México y, al final, hacer lo necesario para rezagar a los candidatos del PAN en las elecciones de 2011 y, posteriormente, en las de 2012.
Y le guste o no a los azules, lo cierto es que hasta hoy resulta exitosa la maniobra política ideada entre Peña Nieto y AMLO —estratagema que supone una alianza de facto entre esos dos actores políticos—, ya que Luis Felipe Bravo Mena no sólo desciende peligrosamente en las encuestas de la elección mexiquense sino que, al mismo tiempo, se dispara la aceptación y la preferencia de los candidatos del PRI y de la llamada izquierda.
Y es que el también ex presidente nacional del PAN no sólo no prende en el ánimo de los electores mexiquenses, sino que su candidatura se pierde en el ánimo de un electorado que se confunde entre el mensaje de Bravo Mena —que pone el dedo en las fallas del gobierno de Peña Nieto—, pero que al final son las mismas fallas que muestra el gobierno de Felipe Calderón. ¿Cuál es la diferencia entre la inseguridad, el desempleo, el crimen, la pobreza, la educación de calidad, la falta de oportunidades para los jóvenes..?
Por si fuera poco, el arranque de campaña del priista Eruviel Ávila y el del perredista Alejandro Encinas fueron verdaderos acontecimientos que, en su respectivo terreno, reunieron a las planas mayores de sus respectivos partidos en coalición. En cambio, el arranque de Felipe Bravo Mena resultó desangelado, sin pesos completos, más bien desairado, lo que fue visto por no pocos electores como el arranque de campaña de un potencial perdedor, de un candidato sin posibilidad alguna.
Más aún, una semana después de empezar la campaña del candidato azul, el alto mando panista mandó a calentar la campaña de Bravo Mena, a los secretarios de Estado que al mismo tiempo son precandidatos presidenciales. El amontonamiento no permitió el lucimiento ni de uno de ellos ni del grupo. En cambio, sus declaraciones sirvieron al PRI para abrir un flanco de confrontación entre el tricolor y su candidato al gobierno mexiquense, Eruviel Ávila, y el presidente Calderón.
En pocas palabras, que en el lenguaje de los especialistas de imagen y marketing político, la candidatura de Luis Felipe Bravo Mena nació agonizante desde su gestación en la casa presidencial de Los Pinos, en donde los parteros no tuvieron el cuidado de arroparla, de meterla en una incubadora para que creciera a los primeros días del alumbramiento. Y cuando los mismos parteros que descuidaron al candidato recién nacido intentaron reaccionar, ya era tarde, el daño estaba hecho.
Pero hay algo peor, resulta que al focalizar la campaña de los presidenciables azules —y la del candidato Bravo Mena— contra Peña Nieto y contra Eruviel Ávila, los panistas sólo consiguieron convertir al candidato del PRI en el centro de atención, de discusión y debate. Y se gestó el fenómeno de que Eruviel Ávila pone agenda y hasta polemiza, no con Luis Felipe Bravo Mena, y tampoco con los secretarios de Estado, sino con el propio Felipe Calderón, el mismo que empujó a Bravo Mena al Estado de México. Y si todo sigue como hasta ahora, pronto se generalizará la pregunta: ¿Quién sepultó al PAN? Al tiempo.
EN EL CAMINO
O sea, que el rector José Narro ya descartó que la UNAM pueda tener una carrera de policía, de Primer Mundo, para formar a los policías mexicanos del futuro: honestos, preparados, confiables. ¿De verdad, la carrera de policía es una carrera de segunda, doctor?… El señor rector.
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