Integrantes de la dirigencia nacional del PRI aseguraron que el Presidente Felipe Calderón es un político frustrado que da ternura por sus expresiones en las que alerta sobre el riesgo de que el narcotráfico se infiltre en las elecciones federales de 2012.
En entrevista, el secretario general del tricolor, Ricardo Aguilar, consideró que las preocupaciones del titular del Ejecutivo son más un mensaje para su propio Gabinete, que para los partidos políticos.
De acuerdo con el político mexiquense, los responsables del combate al crimen organizado no le han dado a Calderón los resultados que esperaba.
“Con esa actitud, la señal que envía el Presidente, ostentando la institución más poderosa del País, es de frustración y de soledad por la falta de resultados de sus colaboradores. Al parecer no ha tenido tino en la selección de su equipo”, dijo.
“El Presidente insiste en la infiltración del narco en los procesos electorales, pero esa afanosa insistencia debe ser entendida como un reproche a sus colaboradores, a la Secretaría de Seguridad Pública, a la PGR y a la Secretaría de Gobernación, ya que en la visión presidencial no están cumpliendo con sus responsabilidades constitucionales”.
Aguilar consideró que, para el PRI, existen plenas condiciones para que los electores participen en los comicios federales del próximo año, por lo que hizo un llamado al Mandatario para que evite polarizar a la sociedad.
Entrevistado por separado, el dirigente nacional del Movimiento Territorial del PRI, Carlos Flores Rico, dijo que las expresiones presidenciales son para dar ternura.
“Me da ternura su desesperación. El Jefe del Ejecutivo es la imagen intrínseca del fracaso gubernativo. Si no fuera porque su estrategia de comunicación incluye premisas de alto riesgo para fabricar villanos electorales a modo, sus alegatos no inspirarían más que ternura”, expresó.
El también vicecoordinador del PRI en la Cámara de Diputados criticó que Calderón siempre elija al conflicto como pretexto ante su incumplimiento como gobernante.
“El conflicto es la solución que el Presidente siempre escoge para resolver la disonancia entre el incumplido deber de su ya imposible investidura, y su irremediable fascinación por el desastre”, sostuvo.
“No quiero imaginar que alguien pudiera sostener que para que el País vaya mejor, tengamos que prepararnos para lo peor”.