En medio de la guerra sucia que el PAN emplea contra el candidato del PRI a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto, el tricolor, como respuesta a la serie de mentiras que se han difundido en los spots de Josefina Vázquez Mota, invitó a Gustavo Madero a una denominada Mesa de la Verdad, para que, con documentos en la mano, cada uno diera su versión de los hechos.
Aun cuando el presidente del PRI nacional, Pedro Joaquín Coldwell, en todo momento tuvo la disposición para entablar un diálogo y evidenciar, con pruebas, que sí se cumplieron los compromisos firmados ante notario por el entonces gobernador del Estado de México, en el PAN hicieron hasta lo imposible por evadir el reto que les hicieron y, con declaraciones incendiarias, ocultar el temor de que los exhibieran como mentirosos.
En el PAN, desde luego, iban preparados para reventar la Mesa de la Verdad: Gustavo Madero y Roberto Gil, que en todo momento se comportaron como peleadores callejeros, llevaron a un séquito de personas que, ante la exhibida que le estaban dando a los panistas, decidieron tronar el debate para no seguir siendo tundidos por los priístas.
La nota, más que ver si se cumplieron o no los compromisos de Peña Nieto, fue la agresión de los acarreados de los panistas a los priístas. Pero ese es el estilo pendenciero de los que ostentan el poder en México: mentir, difamar, ofender; lo suyo es la violencia verbal y no los argumentos.
Los compromisos de Peña Nieto como gobernador del Estado de México, dijeron los priístas con documentos en la mano, sí se cumplieron; los de PAN sólo dieron la nota del escándalo, como si así se ganaran los debates, tal y como se los recordó Carlos Ramírez Marín a los del PAN. “No es con gritos como se ganan los debates”, les dijo.
Quedaron exhibidos Gustavo Madero y Roberto Gil ante los mexicanos como porros y mentirosos, pero quedó aún peor Josefina Vázquez Mota por tener a ese par como sus operadores políticos. Aún es tiempo para que la candidata del PAN les acepte la renuncia que, tras el ridículo del Estadio Azul, le pusieron sobre la mesa.
El barco, aunque hundido casi en su totalidad, aún tiene una parte en la superficie.
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