Después de oír a López Obrador su rechazo a los resultados electorales, resulta ocioso preguntar por cuánto habría tenido que ganar Enrique Peña Nieto para ser un Presidente con legitimidad. No hay cifra que lo logre.
En la prensa lopezobradorista se editorializó ayer esta idea: “Lo cierto es que se ha vuelto a colocar al país en un escenario de falta de credibilidad que podría derivar en circunstancias ingobernables o en seis años más de un gobierno privado de legitimidad”.
¿Privado de legitimidad? Peña Nieto ganó con una amplia ventaja, expresada en millones de votos más que el segundo lugar, en las elecciones más vigiladas que hayamos tenido jamás.
Otra vez el que llega segundo va a tener más legitimidad que el ganador, según ellos.
Lo de “circunstancias ingobernables” por el triunfo de Peña Nieto no parece análisis, sino amenaza. Una amenaza contra la democracia que con enormes recursos y con la participación masiva de los ciudadanos se ha construido. López Obrador ha vuelto a engañar. Firmó en público, tres días antes de la elección, que aceptaría los resultados electorales, y ayer los desconoció. “La realidad no se corresponde con lo que pasó el día de la elección”, dijo. Y ese pensamiento suyo es el que prevalece. Los votos no importan.
Toda su intervención de ayer fue una amenaza. “A ver si pueden hacer las reformas”, “vamos a ver qué vamos a hacer”, “los que votaron por el PRI votaron por un régimen de corrupción”. Y “será responsabilidad de los consejeros del IFE y de los magistrados del TEPJF” de lo que pueda ocurrir en el país si no le dan la razón.
La prensa pro AMLO repudia que el Presidente haya felicitado a Peña Nieto luego del conteo rápido del IFE, que Vázquez Mota haya reconocido su derrota y que los medios avalaran la información que dio a conocer el Presidente del IFE.
A eso le llaman, con rampante vulgaridad, “cargada”.
Peña Nieto recibió felicitaciones de la OEA, de la Unión Europea, de Obama, de presidentes y jefes de gobierno de distintas partes del mundo porque ganó la Presidencia el domingo.
Eso no se llama “cargada”, sino “rutina democrática”. Así ocurre en el mundo civilizado, al cual pertenecemos. Hollande le ganó por tres puntos a Sarkozy y éste no esperó hasta el último recuento para empacar sus cosas del Eliseo. Paradójicamente, dos gobiernos no habían felicitado ayer a Peña Nieto: el de Castro en Cuba y el de Chávez en Venezuela.
Porfirio Muñoz Ledo, ex presidente del PRI, del PRD, ex candidato presidencial por el PARM y ahora diputado por el PT, dijo al votar que había “un fraude prefabricado”.
¿Qué quiere decir eso? Que en un sector de la izquierda anida un espíritu retrógrado que raya en el golpismo.
Las elecciones no son válidas cuando ellos pierden. Pero esas mismas elecciones son legítimas en una parte: en la que ellos ganan gubernaturas, diputaciones, senadurías y jefaturas delegacionales bajo las siglas del PT y PRD.
No tienen remedio: no saben perder.
phl@razon.com.mx
Twitter: @phiriart
4 Responses to "El chantaje, otra vez"