López Obrador presentó ayer un rosario de argumentos para invalidar la elección presidencial del 1 de julio, con la debilidad de que no acompañó su queja de una sola prueba.
Si la izquierda se lanza a una aventura de rechazo a las elecciones con esos argumentos, estará mandando el mensaje de que nunca va a ganar.
Pero el que no puede ganar una elección es López Obrador, nada más.
En el DF Mancera sí pudo ganar. Y Graco ganó en Morelos, Núñez en Tabasco.
Josefina ganó en Veracruz y en Tamaulipas, gobernados por el PRI. Los únicos elementos con aparente sustancia presentados ayer, fueron una tarjeta de Soriana con mil pesos, entregada por “una mujer valiente” —dijo Ricardo Monreal—, y dos boletas electorales marcadas a favor del PRI.
Con ello, sin embargo, sólo se prueba que en Soriana se pueden adquirir monederos electrónicos y que hay dos boletas marcadas en favor de Peña Nieto.
En síntesis, lo de ayer fue una burla. La constatación de que hay un candidato que no reconoce nunca cuando pierde.
Culpó a Televisa y Milenio (diario donde Ricardo Monreal escribe semana a semana) de haber jugado en favor de Peña Nieto. Con esa lógica podría presentarse a otros medios de comunicación que estuvieron del lado de López Obrador. ¿Y eso qué?
Según López Obrador, las casas encuestadoras manipularon cifras en favor del candidato del PRI. Y que él sí tenía una encuesta que le daba dos puntos de ventaja.
Lo anterior sólo prueba que las encuestadoras se equivocaron en el porcentaje de la ventaja de Peña Nieto sobre él.
Y que su encuestadora anónima, de la que no ha presentado nombre ni metodología, se equivocó en el porcentaje y se equivocó en el ganador.
¿Alguien salió a votar por Peña porque Gea-Isa daba 18 puntos de ventaja a ese candidato? ¿Cómo sabe que las encuestas se manipularon?
En las casillas donde López Obrador perdió, se manipularon los resultados. Y en las casillas donde ganó, “la gente votó libremente”.
Insistió en que se compraron cinco millones de votos. Es decir, cinco millones habrían vendido su conciencia para votar por Peña y no por él.
En su lógica, sólo con votos comprados Peña Nieto le podía ganar a él. Y en su opinión, fue justo lo que ocurrió.
A ese narcisismo hay que agregar un elevado grado de delirio de persecución. Hubo, dijo López Obrador, un “contubernio” de los gobernadores del PRI en contra suya.
Pero AMLO ganó en estados priistas. ¿Qué quiere decir eso? ¿Que ahí sí la gente votó libremente?
Entre las “pruebas” del “fraude”, López Obrador mencionó que en algunos distritos rurales de Chiapas la gente votó el doble que en las elecciones pasadas.
¿Eso es fraude? Lo que sucede es que en Chiapas él ganó hace seis años, y ahora perdió. Fraude.
Nada nuevo bajo el sol. Por cuarta ocasión López Obrador perdió una elección y por cuarta vez no lo reconoció.
Pablo Hiriart
phl@razon.com.mx
Twitter: @phiriart
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