Bibiana Belsasso
El viernes pasado París nuevamente fue escenario del terrorismo. La capital francesa se sacudió por una serie de ataques coordinados: tres explosiones cerca del Estadio de Francia, tiroteos en dos restaurantes, dos bares y un centro comercial y la toma de rehenes, además del tiroteo en una sala de conciertos y una calle aledaña. De acuerdo con las autoridades, las agresiones han cobrado al menos 128 víctimas mortales y 352 heridos (más de 90 de ellos en estado crítico).
El atentado más grande ocurrió en el Bataclan, una importante sala de espectáculos de París. Se estima que 112 personas fallecieron y otras 100 fueron tomadas como rehenes. Testigos afirman que uno de los atacantes gritó “¡’Allahu akbar’ (Alá es grande), esto es por Siria!”. La policía explicó que, cuando los oficiales irrumpieron en el local, tres de los terroristas activaron sus chalecos con explosivos y un cuarto fue abatido.
¿Qué es lo que buscan estos terroristas? Ayer el diario Le Monde publicó un artículo del politólogo y especialista en Medio Oriente Guilles Kepel. Él dice que el objetivo de estos terroristas es crear una guerra civil. Con ataques terroristas se genera una fobia hacia la inmigración, particularmente hacia los árabes.
Sin duda estas acciones ocasionan que muchos occidentales discriminen al mundo árabe sin poder distinguir quiénes son, y la realidad es que son muy pocos los que están ligados con el radicalismo del Estado Islámico. Hay que recordar que incluso grupos terroristas como Hamas y Al Qaeda son enemigos del Estado Islámico, autor intelectual y material de los atentados en París.
Ya hemos visto que las mujeres que portan burka en Francia han generado mucha desconfianza. Desde el 2011 ha quedado prohibido usar burka o velo integral en espacios públicos. Lo utilizaban casi 2,000 de los casi 5 millones de musulmanes existentes en Francia.
Uno de los terroristas, quien fue asesinado, tenía ya una ficha abierta por su pensamiento radical. Muchos preguntan: ¿Por qué si existía una ficha que indica que este hombre tenía una cultura radical no fue investigado antes? La situación es que después de muchos años precisamente lo que se ha logrado en la cultura occidental es que cada quien pueda tener libertad de creencias. Guilles ha sido muy acertado en que, a medida que los occidentales tengan miedo a los árabes sin distinguir quiénes son, seguramente se pedirá que se cierren mezquitas y éstos sean segregados. ¿Qué gana el Estado Islámico?: que muchos se sientan agraviados y se formen en sus filas.
Pero también que los occidentales pierdan su libertad. Ayer el presidente Hollande solicitó al Congreso dejar a Francia en estado de sitio, un grado inferior al de estado de guerra, en el que la gente no pueda circular libremente.
El ánimo en París es de pánico absoluto, ayer en la Plaza de la República decenas de personas acudieron como señal de solidaridad por los atentados vividos días atrás. Un petardo estalló y se originó una estampida de gente la cual de milagro no pasó a mayores. Ése es el terror en el que viven hoy los franceses tras los atentados. Y sembrar ese miedo a todos los que somos del mundo occidental y que hemos deseado viajar a Estados Unidos o Europa. El horror ha ocasionado que pensemos “yo hubiera podido estar ahí.”
A diferencia del atentado del pasado 7 de enero, en las oficinas de la revista de Charlie Hebdo, donde hubo 12 muertos, parece que los terroristas trabajaron en solitario. En el ataque del viernes pasado se tiene la certeza de que hay un grupo fuerte detrás de los hechos. Es la única manera de entender tantas agresiones de manera simultánea. Inteligencia francesa ha dicho que es muy probable que estas acciones se repitan. Por cierto, el diario francés informó que de los terroristas dos eran adolescentes de entre 15 y 18 años.
La gran diferencia con los ataques de Al Qaeda del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York es que se dieron en contra de las Torres Gemelas y el Pentágono, que son la expresión del capitalismo.
Los perpetrados el viernes pasado por el Estado Islámico van directamente en contra de la sociedad. Aquella que tiene la libertad de ir a un centro de espectáculos o un partido de futbol. Contra cualquiera de nosotros que vivimos libremente.